La dicotomia ‘Leaving Neverland’ ¿Cultura pop o cultura del derribamiento?

Nicolás Godoy
4 min readMar 18, 2019

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Leaving Neverland, el documental sobre los supuestos abusos que cometió el “rey del pop” deja un reflexión que va más allá del legado de Michael Jackson.

Fotograma cedido por el Instituto Sundance del documental “Leaving Neverland” — EFE

Inciando marzo ‘Leaving Neverland’ un documental transmitido por la cadena HBO volvió a despertar los amores y odios entre los fanáticos del rey del Pop, Michael Jackson, ya que, este producto de casi cuatro horas de duración recoge los relatos de Wade Robson y James Safechuck, quienes alegaban haber sido abusados sexualmente por el ‘ícono pop’.

El filme fue ovacionado en la última edición del festival de Sundance y boicoteado por la crítica que aseguraba que era un documental sesgado y parcial que mostraba solo un lado de la historia, en vez de acercarse a la realidad de Jackson, quien había muerto en junio de 2009 por una sobredosis de fármacos y que años antes de su muerte — entre 1993 y 2005 — se había enfrentado a los rumores y múltiples juicios que se adelantaron por la misma causa.

Fans of Michael Jackson demonstrate in front of the building of the Dutch television station NPO — EFE

Fue así como antes de que el documental fuera transmitido el 3 y 4 de marzo en Estados Unidos, el 6 y 7 en el Reino Unido y entre el 16 — 17 de este mes en América Latina; el ‘Jackson state’ trataba de impedir que este se distribuyera, los férreos fans de Jackson aseguraban que “los dos acusadores declararon bajo juramento que estos eventos nunca ocurrieron. No han proporcionado pruebas independientes ni pruebas en apoyo de sus acusaciones.”

Como sea, el documental puso en una balanza dos caras de Michael Jackson que bien o mal cualquier defensor o crítico debería conocer: la del creador de Thriller, un hombre que desde los cinco años cantaba con sus hermanos y acumuló cientos de récords durante su carrera musical; por otro parte está la del ser humano que a su vez enfrenta dos caras — la del filántropo que quería cambiar el mundo vs. el supuesto acosador que llevaba a los niños a su gran parque de diversiones — .

Desde mi perspectiva: un seguidor de Michael Jackson desde el 2008, quien desde el día anterior a su muerte tuvo un sueño bastante extraño con el conocido rey del Pop; entro en una dicotomia bastante compleja al tratar de quedarme con una de estas dos versiones luego de ver el documental, leer los artículos desencarnados de finales de los 90 e inicios del nuevo siglo o ver sus videos musicales o escuchar su música — la que ahora me cuesta un poco escuchar sin preguntarme ¿Es él? — y es aún más difícil quedarme con una versión de él ¿A quién le creo?¿Al cantante Michael Jackson o al ser humano Michael Jackson?.

El dilema se hizo más fuerte luego de ver la reacción que tomaron varias estaciones de radio en Estados Unidos, Canadá, Paises Bajos y Nueva Zelanda, que retiraron toda su música de la parrilla o como el Museo de Los Niños de Indianapolis que bajó varias esculturas de Jackson de la colección, los creadores de Los Simpson que quitaron el capítulo que contenía la voz del fallecido cantante de su creativa parilla de episodios, y así, una tras otra se veían las múltiples reacciones de diversos sectores sociales y culturales que tomaban acciones contra — o sobre — todo lo se llamase Michael Jackson o al menos lo que tuviera un poco de inspiración en ese nombre.

¿Entraron todos estos sectores en la misma dictomia que yo? Tal vez, no, seguramente ellos solo están haciendo lo que creen que es lo políticamente correcto ¿Por qué cuando Jackson batalló contra falsos testimonios no se bajaron las estatuas o se retiró su música de las estaciones de radio? ¿Será la voz de Safechuck y Robson el único argumento que tiene la cultura pop para tomar todas esas acciones? ¿Es justo lanzar acusaciones a alguien que murió hace 10 años? ¿O es justo al menos dejarlos hablar y juzgar si su testimonio es creíble o no?

Hay algo que sí es seguro: la hipocresía una la cultura que le daba su sobrenombre del rey del pop por su brillante y particular estilo en los años 80 fue la misma que aseguró que dormía en una cámara de oxígeno, que se blanqueó la piel porque estaba cansado de ser afroamericano, la misma que aseguraba que era gay; escribían todas “esas historias retorcidas por el dinero”, aseguraba Jackson durante una entrevista en 1995 aparentemente cansado de todo eso que se decía en su contra y que fue creciendo como una bola de nieve en caída libre.

Hago énfasis en que no pongo en tela de juicio los testimonios de los dos hombres en ‘Leaving Neverland’, creo, eso sí, que si el fallecido rey del pop pasó sus últimos años defendiéndose y no encontraron nada en su contra es seguramente por algo, amancerá y veremos. De hecho, uno de ellos — no estoy seguro si Robson o Safechuck — era consciente de las afectaciones que iba a generar la transmisión de este filme al legado de Jackson. El responsable de la dicotomía a la que muchos nos enfrentamos ahora no es ‘Leaving Neverland’ aquí el culpable es la cultura pop.

Seguramente la historia tenía que contarse, la cultura pop debe cuestionarse porque ha cometido el mismo error una y otra vez: crea sus ídolos, pero luego socava sus carreras para vender más tabloides a punta de chismorreo o rumores, con el fin de generar más vistas y así, finalmente, engrosar las cuentas bancarias.

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Nicolás Godoy

Periodista, aficionado por la fotografía, la música y el mundo digital