De violencia y otros males: ‘la mierda que nos está tocando vivir’
Ayer jueves, 7 de febrero de 2019, un hecho sacudió a la industria de la música colombiana luego de que el reguetonero y youtuber de 29 años, Fabio Legarda, muriera a eso de las 5:40pm a causa de un paro cardio respiratorio luego de haber recibido, horas antes, un impacto letal de bala en su cráneo por un supuesto caso de fleteo al sur de la ciudad de Medellín, Colombia.Ayer jueves, 7 de febrero de 2019, un hecho sacudió a la industria de la música colombiana luego de que el reguetonero y youtuber de 29 años, Fabio Legarda, muriera a eso de las 5:40pm a causa de un paro cardio respiratorio luego de haber recibido, horas antes, un impacto letal de bala en su cráneo por un supuesto caso de fleteo al sur de la ciudad de Medellín, Colombia.
El homicidio de Legarda trajo consigo una avalancha de reacciones: muchas de rechazo, muchas de dolor y aparente consternación: “el hombre era muy joven, tenía sueños y una vida prometedora por delante”; dentro de las muchas reacciones de evidente dolor y tristeza estuvo la de una amiga –gracias a ella me enteré del hecho– que acongojada, esperaba que esto fuera un chiste de mal gusto o un simple sueño, ya que había alcanzado a cruzar un “te amo” con el finado.
En medio de su evidente dolor y rechazo por el hecho, ella trajo a mí unas palabras que no me dejaron dormir, que al leerlas me trajeron la inspiración que uso ahora para escribir este post: –¿Qué le pasa a la gente? ¿Qué le pasa a la sociedad? ¿Qué le pasa a Colombia? ¿Qué putas pasa en todo el mundo?– En otra línea, ella meditaba –Todos los días sólo veo noticias de asesinatos, de suicidios, de accidentes, de violencia y de corrupción. Qué mierda lo que nos está tocando vivir.–
Sí Lina, este mundo está hecho un caos, pero el caos no empezó ayer jueves o esta semana o este mes, este lugar ha sido así desde siempre, siempre ha existido esa constante dicotomía que no nos ha permitido gozar de nuestra existencia en un perfecto balance: el bien y el mal, la vida y la muerte, la legalidad y el crimen, la paz y la violencia, el ruido y la quietud. El crimen contra Legarda nos ayuda a entender la magnitud de este demonio que esta aquí desde hace siglos, claro, uso el ejemplo del fallecido cantante porque es el hecho más reciente, pero lector ¿Recuerda la última bomba en la Escuela Gral. Santander en Bogotá? ¿El último tiroteo en EE. UU? ¿Los últimos periodistas asesinados en México? ¿La última mujer que se lanzó de un puente con su hijo en Tolima? ¿Los últimos muertos por protestas en Venezuela? ¿Los últimos líderes sociales asesinados en zonas marginadas de Colombia?
Solo sentimos estos hechos cuando son reportados, cuando son capaces de tocarnos por las imágenes, por las víctimas, por el hecho mismo, por el legado que dejaron los caídos, por que se hizo justicia y los malos están presos o también muertos. Pero nos estamos olvidando que estos hechos si bien no pasan a diario están pasando ¿Y qué si Legarda no hubiera sido víctima esta vez sino una “simple” ama de casa?¿Nos estaría doliendo igual?¿Debería al menos importarnos la vida de una “simple” ama de casa?
No traigo aquí un debate sobre el origen de la violencia ya que es complejo, lo es porque este mal está tan arraigado, tan metido en nuestro ADN que a pesar del desarrollo y globalización que aplaudimos eufóricos, la violencia no se ha ido y es algo que va en aumento: tanto así que el portal Pacifista con datos del Registro Único de Víctimas, explicaba que para 2017, más de 56.000 personas resultaron afectadas por el conflicto armado que se supone había cesado el año anterior. El fiscal general de Colombia, Néstor Humberto Martínez, reseñaba que al menos 3.000 homicidios se perpetraron durante 2018. Esto hablando de homicidios y conflicto armado.
¿Y si tomamos las cifras de otras clases de violencia como la de género, o las que se comenten contra menores de edad? El dato seguro daría un total de centenas de miles de casos registrados en los dos últimos años. “¿Y las ‘noticias’ por qué no reportan todos estos hechos? ¿Dónde están cuando se les necesita?” ¿Se imagina una parrilla con más hechos de esta índole? ¿Quién dormiría en paz con eso? El meollo, como describí está en todos, resulta que a nosotros como sociedad –sea colombiana, mexicana, española, alemana o polinesia– nos hace falta un poquito de empatía, entender que la violencia nos está arrebatando vidas, vidas que valían: desde la del cantante de reguetón, la de Paola y su hijo Nicolás o la de la noble ama de casa que sufría por el maltrato de su esposo. Es imposible siquiera entender por qué alguien se burla del dolor del otro y lo hace publicación o chiste en redes sociales.
Es evidente que este mundo y la realidad no son un videojuego en el que podemos oprimir el botón de ‘reset’ y empezar de nuevo con menos violencia y sangre de la que hay ahora, pero esta “opinión” de viernes trae un mensaje más o menos digno de recordar: empecemos a transformar con amor la vida de los demás. Tal como la tragedia se esparce con un color rojo de olor ferroso, nosotros podemos empezar a esparcir amor en el otro, seguro como una red que alcance cientos de miles de corazones y así, de pronto -tal vez de pronto- este mundo estará lleno de noticias y titulares repletos de lo que el poder de las buenas obras, de la tolerancia, de la empatía y de la vida fueron capaces de hacer y que al menos por un momento podamos decir con júbilo: Qué mierda tan buena la que nos está tocando vivir.
GRACIAS POR LEER.
Pie de página: como están las cosas la violencia nos puede tocar, le puede o le pudo tocar a su papá, a su mamá, a su hermano, a su primo, a su vecino, a su amigo, como sea. El destino es tan impredecible que deberíamos empezar por hacer saber a los nuestros cuánto los queremos y valoramos su existencia. No vaya y sea que la parca no nos coja o los coja confesados.
La banda sonora: mientras lee puede escuchar este ritmo hip-hop creado por The Black Eyed Peas en 2003 ‘Where Is The Love?’, que es un track incluído en el LP ‘Elephunk’, buscaba hacer un llamado a las múltiples formas de violencia que existían en EE.UU. comenzando el nuevo mileno. El grupo hacía un llamado a la comprensión y al amor para solucionar las diferencias.
Tan radical fue el mensaje que ‘Where Is The Love?’ fue reversionada en 2016 con fines benéficos incluyendo las voces de varias personalidades de la música como Justin Timberlake o Alicia Keys.